Querida futura yo;
No sabía muy bien cómo comenzar esta carta. No sabía ni
siquiera qué fórmula protocolaria debía utilizar; así que al final me he
decantado por algo corriente y que concuerde con todos los estilos.
No sé cómo estarás ahora, puesto que como se suele decir en
esas películas malas de los sábados por la tarde ( estoy segura de que las
siguen echando por la televisión) “ vengo del pasado”. O más bien, para mi
punto de vista me lees desde el futuro. ¿Qué curioso es el tiempo verdad?
Seguro que te siguen volviendo loca los enigmas del tipo viajes en el tiempo y
los husos horarios… tal vez hayan pasado muchos años, pero en el fondo,
seguimos siendo la misma persona. Y hablando del tiempo… por eso precisamente
quería escribirte.
Sé que todos estos años has trabajado mucho por estar donde
estás, por tener lo que tienes, pero seguramente no has descansado lo
suficiente. Seguramente sigues trabajando mientras descansas o durante las
comidas, y eso, Laura, no está bien. No niego que tengas que trabajar y
esforzarte en lo que haces. Solo quiero que entiendas que la vida consta de
miles de millones de pequeñas cosas de las que no te das cuenta. Disfruta, déjate
llevar un poco. Recuerda lo bien que te lo pasabas yendo de aventura,
olvidándote el reloj en casa o saliendo sin teléfono a la calle. Recuerda,
Laura, porque esta carta va de eso. De disfrutar.
Vamos a hacer una pequeña prueba ¿vale? Seguramente estés
pensando en dejar de leer esta carta, pero ¿sabes qué? Te conozco como a mí
misma y sé que seguirás leyendo hasta el final porque odias no terminar las
cosas. Y precisamente porque te conozco tan bien, sé que accederás a jugar a
este pequeño juego. Y en caso negativo, puesto que yo, soy también tú. Te
ordeno a hacerlo.
Pues bien, el juego es muy sencillo. Voy a realizarte una
serie de preguntas. Nada personal, ni cosas extrañas. Si eres capaz de
contestarme a todas las preguntas, te dejaré en paz. Si contestas a la mitad o
más, habrá una consecuencia que escribiré al final. Si, por desgracia, no eres
capaz de contestarme de forma positiva ni siquiera a la mayoría, te diré más
adelante qué ocurrirá. Recuerda que es un juego, y que las dos somos adultas.
Si estás dispuesta a jugar, debes hacerlo hasta el final, aceptando las
consecuencias de lo que ocurra. ¿estás lista? Allá vamos.
Pregunta número 1: ¿cómo se llaman tus vecinos? ¿acaso sabes
si tienes vecinos?
Pregunta número 2: ¿quién es el alcalde del lugar en el que
vives, qué partido gobierna en ese país?
Estas
dos preguntas son para romper el hielo y saber si sabes qué está ocurriendo a
tu alrededor.
Pregunta número 3: ¿dónde viven tus amigos más cercanos y
qué puestos de trabajo ocupan?
Pregunta número 4: ¿cuántas veces has ido a tomar algo con
amigos o al cine en los dos últimos meses?
Pregunta número 5: ¿Hablas con tu familia a diario?
Pregunta número 6: ¿cuántas series, películas y libros has
tachado de las listas en el último mes?
Pregunta número 7: ¿cuántas escapadas en días libres o
fiestas has hecho en el último año?
Pregunta número 8: ¿podrías enumerar al menos cinco hobbies
o tareas que hayas hecho en los últimos tres días al llegar a casa de trabajar?
( y todos sabemos que cocinar, no es un hobby para ti…)
Pregunta número 9: ¿crees que has perdido el tiempo haciendo
este estúpido interrogatorio? Sé de sobra la respuesta, pero espera. Aún queda
una última pregunta.
Pregunta número 10: valora todas las respuestas que has
hecho y piensa. Vuelve un poco la vista atrás.
¿eres realmente feliz?
¿A que no era tan estúpido el juego? Seguramente ahora estés
reflexionando sobre qué has hecho a lo largo de todos estos años, a dónde has
logrado llegar. Pero eso no significa que seas feliz.
Lo primero que tienes que hacer es coger el teléfono o el
ordenador o la tecnología que tengas para hablar con tu familia. Y debes
empezar a hacerlo más a menudo, porque el día que menos lo esperas, te vas a
dar cuenta de que ya no están y que has perdido todo tu tiempo en otras cosas.
Luego, habla con tus amigos, porque ellos van a ser tu apoyo cuando te caigas,
y te sientas triste. Pero también quieren vivir los buenos momentos a tu lado.
No lo olvides, los amigos son la familia que escoges. Ahora, date una vuelta
por tu barrio, saluda a algunas personas, sonríe, no pienses, solo camina,
respira y empápate de lo que tienes a tu alrededor. Vete a una biblioteca o a
un videoclub, léete el primer libro que te atraiga, alquila la película más
absurda y la más triste que encuentres. Y
vuelve a casa.
Coge el teléfono de nuevo y llama a tu jefe. Dile que es tu
último mes trabajando, que necesitas un descanso, que no sabes cuándo volverás.
Y haz las maletas.
Haz las maletas para viajar lejos de ese punto de eterno
retorno en el que vives, cambia de dirección hacia el sur. Al abrigo de las
playas de arena blanca y aguas cristalinas donde poder asomarte para
reencontrarte contigo misma. Con tu paz. Pero sobre todo, viaja al lugar que
necesitas para encontrar al motor que debería impulsar las vidas de todos
nosotros, vuelve a donde necesites para encontrar la felicidad dentro de ti.
Y ese, Laura, es el consejo que te doy desde el pasado.
Porque sé que a veces te cuesta decidirte, que no te gustan las riesgos, y que
la inercia a veces te nubla el camino. No eches de tu camino a las personas que
han decidido acompañarte y viaja con ellas, incluso cuando estás lejos. No te aísles.
Y sonríe como solías hacer antes, cuando esa tú no existía, y sí lo hacía yo, una
joven que no sabía nada de la vida excepto vivirla.
A veces una pequeña parada en el camino, ayuda a coger
impulso hacia delante.