Secciones

miércoles, 13 de enero de 2016

¿Y si al final todo era una gran mentira al más puro estilo de la “Gran estafa americana”? ¿O quizá era una gran verdad categórica como las de Kan? ¿Qué diferencia una verdad de una gran mentira sin revelar? ¿Quién decide en el juicio de la vida qué camino sigue cada uno de los razonamientos? ¿ tiene algún sentido todo esto?

Así se pasan la mayoría de los días, en el concierto armonioso de un millón de preguntas sonando en diferentes intervalos. Un sinfín de cuestiones que afinan sus repuntes, lanzan su dardo envenenado y crean una sinfonía única y maravillosa de interrogantes entremezclados, de historias cruzadas, de recuerdos pasados y futuro con incertidumbre. Preguntas que abren la puerta a otras nuevas que sin pedir permiso se acomodan en este teatro de dudas, miedos y porqués.
Y aunque nada parezca tener sentido, entre tanto ruido y preocupación por hallar alguna respuesta, no nos damos cuenta de que en la pregunta misma se encuentran muchas veces aquellas que más urgentemente  necesitamos. Pero la música… la música a veces no nos deja escuchar la melodía que susurra al oído esa solución que andabas buscando. Solo cuando te acostumbras al ruido superficial consigues dejar de oírlo y comienzas a percibir el resto de sonidos. Un niño que llora unas filas más atrás, aquel niño que quisiste mecer en tus manos antes de pensar que tal vez su madre no necesitaba tu ayuda. Una hoja de papel que se cayó al principio del pasillo donde escribiste el nombre de un antiguo amor del que siempre quisiste saber qué sentía por ti. Una gota de lluvia en el asiento de al lado, la gotera que pensaste que podías arreglar pero sin saber cómo hacerlo. Y Un poco más adelante eres capaz incluso de escuchar un avión despegando, ¿o es un barco? El eterno viaje que siempre pospones para un momento mejor porque qué no sabe qué pasará cuando te vayas. El teatro está lleno de tu esencia y ni siquiera te habías enterado.

Desde ese asiento privilegiado frente a la orquesta oyes el concierto de tu interior. Y tal vez no sepas mucho de música, ni de la vida, pero eres capaz de aprender algo nuevo de ti. Que la música que llevas dentro, aunque dudosamente se aproxima a las composiciones clásicas de los grandes genios, suena a algo nuevo y único. Suena a ti. Con tus cientos de respuestas y tus miles de preguntas. Con ese pasado latente en la oscuridad de la sala, con ese porvenir que brilla frente a ese asiento que ocupas. Esta noche, los violines, los contrabajos y los clarinetes afinan sus notas sobre la partitura de notas de tu vida. El compás, sin duda, de dos por cuatro. Dos respuestas por cada cuatro dudas, nada te define mejor.


Pero cuando se levante el telón, la melodía que habrás compuesto con cada una de tus decisiones será tu gran obra maestra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario