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miércoles, 27 de enero de 2016

    Querida futura yo;

No sabía muy bien cómo comenzar esta carta. No sabía ni siquiera qué fórmula protocolaria debía utilizar; así que al final me he decantado por algo corriente y que concuerde con todos los estilos.
No sé cómo estarás ahora, puesto que como se suele decir en esas películas malas de los sábados por la tarde ( estoy segura de que las siguen echando por la televisión) “ vengo del pasado”. O más bien, para mi punto de vista me lees desde el futuro. ¿Qué curioso es el tiempo verdad? Seguro que te siguen volviendo loca los enigmas del tipo viajes en el tiempo y los husos horarios… tal vez hayan pasado muchos años, pero en el fondo, seguimos siendo la misma persona. Y hablando del tiempo… por eso precisamente quería escribirte.

Sé que todos estos años has trabajado mucho por estar donde estás, por tener lo que tienes, pero seguramente no has descansado lo suficiente. Seguramente sigues trabajando mientras descansas o durante las comidas, y eso, Laura, no está bien. No niego que tengas que trabajar y esforzarte en lo que haces. Solo quiero que entiendas que la vida consta de miles de millones de pequeñas cosas de las que no te das cuenta. Disfruta, déjate llevar un poco. Recuerda lo bien que te lo pasabas yendo de aventura, olvidándote el reloj en casa o saliendo sin teléfono a la calle. Recuerda, Laura, porque esta carta va de eso. De disfrutar.
Vamos a hacer una pequeña prueba ¿vale? Seguramente estés pensando en dejar de leer esta carta, pero ¿sabes qué? Te conozco como a mí misma y sé que seguirás leyendo hasta el final porque odias no terminar las cosas. Y precisamente porque te conozco tan bien, sé que accederás a jugar a este pequeño juego. Y en caso negativo, puesto que yo, soy también tú. Te ordeno a hacerlo.
Pues bien, el juego es muy sencillo. Voy a realizarte una serie de preguntas. Nada personal, ni cosas extrañas. Si eres capaz de contestarme a todas las preguntas, te dejaré en paz. Si contestas a la mitad o más, habrá una consecuencia que escribiré al final. Si, por desgracia, no eres capaz de contestarme de forma positiva ni siquiera a la mayoría, te diré más adelante qué ocurrirá. Recuerda que es un juego, y que las dos somos adultas. Si estás dispuesta a jugar, debes hacerlo hasta el final, aceptando las consecuencias de lo que ocurra. ¿estás lista? Allá vamos.

Pregunta número 1: ¿cómo se llaman tus vecinos? ¿acaso sabes si tienes vecinos?
Pregunta número 2: ¿quién es el alcalde del lugar en el que vives, qué partido gobierna en ese país?
                Estas dos preguntas son para romper el hielo y saber si sabes qué está ocurriendo a tu alrededor.
Pregunta número 3: ¿dónde viven tus amigos más cercanos y qué puestos de trabajo ocupan?
Pregunta número 4: ¿cuántas veces has ido a tomar algo con amigos o al cine en los dos últimos meses?
Pregunta número 5: ¿Hablas con tu familia a diario?
Pregunta número 6: ¿cuántas series, películas y libros has tachado de las listas en el último mes?
Pregunta número 7: ¿cuántas escapadas en días libres o fiestas has hecho en el último año?
Pregunta número 8: ¿podrías enumerar al menos cinco hobbies o tareas que hayas hecho en los últimos tres días al llegar a casa de trabajar? ( y todos sabemos que cocinar, no es un hobby para ti…)
Pregunta número 9: ¿crees que has perdido el tiempo haciendo este estúpido interrogatorio? Sé de sobra la respuesta, pero espera. Aún queda una última pregunta.

Pregunta número 10: valora todas las respuestas que has hecho y piensa. Vuelve un poco la vista atrás.
 ¿eres realmente feliz?

¿A que no era tan estúpido el juego? Seguramente ahora estés reflexionando sobre qué has hecho a lo largo de todos estos años, a dónde has logrado llegar. Pero eso no significa que seas feliz.
Lo primero que tienes que hacer es coger el teléfono o el ordenador o la tecnología que tengas para hablar con tu familia. Y debes empezar a hacerlo más a menudo, porque el día que menos lo esperas, te vas a dar cuenta de que ya no están y que has perdido todo tu tiempo en otras cosas. Luego, habla con tus amigos, porque ellos van a ser tu apoyo cuando te caigas, y te sientas triste. Pero también quieren vivir los buenos momentos a tu lado. No lo olvides, los amigos son la familia que escoges. Ahora, date una vuelta por tu barrio, saluda a algunas personas, sonríe, no pienses, solo camina, respira y empápate de lo que tienes a tu alrededor. Vete a una biblioteca o a un videoclub, léete el primer libro que te atraiga, alquila la película más absurda y la más triste que encuentres.  Y vuelve a casa.
Coge el teléfono de nuevo y llama a tu jefe. Dile que es tu último mes trabajando, que necesitas un descanso, que no sabes cuándo volverás. Y haz las maletas.
Haz las maletas para viajar lejos de ese punto de eterno retorno en el que vives, cambia de dirección hacia el sur. Al abrigo de las playas de arena blanca y aguas cristalinas donde poder asomarte para reencontrarte contigo misma. Con tu paz. Pero sobre todo, viaja al lugar que necesitas para encontrar al motor que debería impulsar las vidas de todos nosotros, vuelve a donde necesites para encontrar la felicidad dentro de ti.

Y ese, Laura, es el consejo que te doy desde el pasado. Porque sé que a veces te cuesta decidirte, que no te gustan las riesgos, y que la inercia a veces te nubla el camino. No eches de tu camino a las personas que han decidido acompañarte y viaja con ellas, incluso cuando estás lejos. No te aísles. Y sonríe como solías hacer antes, cuando esa tú no existía, y sí lo hacía yo, una joven que no sabía nada de la vida excepto vivirla.
A veces una pequeña parada en el camino, ayuda a coger impulso hacia delante.  


  


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