Soñé que tú volvías, que a tientas nos encontrábamos y el
amor surgía de nuevo. Soñé que mis noches volvían a tener tu nombre y tu amor
se quedó grabado aterido a mi cuerpo. Soñé que venías, y que esta vez, éramos
sinceros.
Pero tan solo fue un sueño, porque al despertar esta mañana,
tú seguías en esa distancia enorme, y yo en esta cama que todavía huele a ti. Sé
que ya ha pasado un tiempo, que debería rehacerme de nuevo, pero sigo creyendo
que quizás, algún día, cuando menos me lo espero, volverás a entrar por esa
puerta a la que todavía miro durante horas. Duermo con tu ropa cada noche para
sentir el calor de tu cuerpo que ya no tengo, y bebo de tu taza para tener que
limpiarla luego como siempre hacía, porque tú odiabas fregar y yo detestaba
cocinar. Incluso hay tardes en las que te echo tanto de menos que pongo alguno
de tus discos, esos que tanto odio, pero así puedo imaginar que todavía estás
aquí.
Y si me escucharas decir todo esto pensarías que soy una
idiota, que siempre me decías que lo era, aunque en broma. Pero resulta que sí
lo soy, porque después de tanto tiempo, todavía te echo de menos. Y quizás lo
mejor sería marcharme de esta casa que está llena de recuerdos, pero no puedo.
Mi vida gira entorno a estas cuatro paredes que todavía me sostienen. La
soledad me da miedo, la oscuridad me aterra, y tu presencia era lo único que me
calmaba. Ahora lo hace tu recuerdo. Porque no he conseguido aún quitarme el
olor a ti, tu colonia sigue en el mismo lugar donde la dejaste. De hecho, todo
está igual para que el día que decidas volver, no encuentres nada extraño.
Aunque ese día no ocurra nunca, sabes que mi vida gira en torno a todos esos
por si acasos, a fin de cuentas, en uno de ellos nos conocimos.
Porque por si acaso no podía festejar mi cumpleaños, salí
una semana antes y allí te conocí. Con ese pelo peinado con gomina y tus ojos
verdes. Con esos dientes moldeados por corrector y la sonrisa puesta todo el
rato. Cómo no iba a enamorarme de ti meses después. Cómo no iba a querer
compartir mi vida a tu lado. Cómo puedo olvidarte incluso ahora que has dado
media vuelta y me has dejado… el amor
que nació de una casualidad se quedó guardado bajo llave en este corazón
incorregible. Y mi mente olvidadiza no sabe dónde puso aquella llave porque
pensó que jamás la necesitaría.
Anoche soñé contigo otra vez, y ya van varias estas semanas.
Esta vez eras tú quien venías y no yo quien te buscaba. Quizá el sueño me dice
que vendrás. Quizá el sueño me dice que poco a poco yo te olvidaré. Quizá el
sueño me dice, que algún día tú te arrepentirás.
Porque en el sueño
cuando tu
llegabas de nuevo a esta casa, yo al fin, ya no estaba.
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