Tal vez si tú quisieras volver a mí, ya no sabrías dónde
encontrarme pues tantas noches y días nos separan que aunque mi cuerpo siga
aquí mi alma ha viajado cientos de kilómetros. Tiempo y experiencias nos mudan
a todos a lo largo del tiempo. Cambiando los planes, desarmando escudos,
creando nuevos muros, alcanzando otras metas. Y quizá no lleguemos a ser jamás
quienes estábamos destinados a ser años atrás, pero llegaremos a ser lo que en
realidad somos, lo que siempre hemos sido, lo que seguiremos siendo más allá
del tiempo, el espacio y la vida.
Si hoy tú quisieras llegar a mí, tal vez me verías igual que
siempre. Con esa sonrisa puesta, la ilusión jovial de quien espera lo mejor en
cada momento, pero no podrías llegar más allá. Porque en los últimos años te
has perdido un millón de pequeñas cosas que me han hecho como quiero ser en
este momento y no como quería ser entonces. ¡Pero qué más!
Si no has llegado hasta mí a estas alturas, después de tanto
tiempo, dudo mucho que lo hagas ya. He dejado de creer en el destino, prefiero
ser yo quien mueve mis fichas. Que la suerte me acompañe siempre, pero que yo
la tiente a cada instante. Quiero tirar la piedra sin esconder la mano. Saltar
al vacío. Vivir intensamente. Disfrutar de cada instante. No necesito que tú
estés a mi lado para ello. Pues aunque yo te eché de mi vida, no ha parecido
importarte demasiado. Y ahora que vuelves de nuevo, no encuentro sitio para ti.
Este tren ya está lleno y es la última ruta del día. Prueba mejor en otra
línea.
No quiero perder el tiempo, no quiero tomarte el pelo. Si es
sí, y no es no. Un silencio solo prueba lo poco que tenemos que decirnos el uno
al otro. ¿Ves la puerta por la que te marchaste hace ya tanto tiempo? No
entiendo por qué la has cruzado de nuevo. Pero vuelve por donde has venido
porque aquí no queda ya más nada para los dos. Somos la prueba de todo aquello
que pudo haber sido y no llegó jamás. Que ser joven a veces pesa, cuesta y
duele. Pero no me arrepiento de haberme extraviado. De haber sufrido. De haber
amado. Es solo que no quiero repetir los mismos errores una y otra vez. Hay más
peces en el mar y al final, siempre acabando pescando del mismo tipo. Ya no.
Esta vez, tiro mi presa de vuelta al mar.
Tal vez si tú quisieras volver a mí hoy, me encontrarías en
el lugar de siempre, a la hora de siempre. Pero yo, no seré la misma. Porque el
tiempo curte. Y las heridas también. Y yo ya me remendé las mías, aquellas que
llevaban tu nombre, también. Y como todo, cuando una herida nos deja cicatriz,
nos hace ser más precavidos. Yo tengo las tuyas, que a veces todavía duelen. No
necesito más remiendos. No entiendo a qué has venido, pero aquí estoy. Y aunque
no lo creas, hoy por fin mi corazón no lleva tu nombre.
Me soltado de tus cadenas y soy libre de tu recuerdo, ajena a tu dolor.
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